Historias Enanas 2... El hijo de la ancianidad de los padres (Primera parte)

... "O sea,  ¿que estaban pensando estos personajes para que a sus (arriba de cuarenta póngale la fecha que guste, previo a la menopausia y andropausia) tenga un hijo?[...] Si ya están grandes ¿como se verán con alguien que en lugar de su hijo parece su nieto? [...] Si fallecen ¿quien se hará cargo de él/ella?  [...]  Es que ya están cansados..." Y de nuevo los comentarios enfocados al menor de la casa. Pero dejemos a los hermanos un momento de lado - los retomaré más adelante - y vayamos con los padres...

Aún cuando los comentarios que se vierten socialmente sobre la distancia entre el hijo y los padres no es exclusiva de los menores sino de los que tenemos la suerte de nacer cuando nuestros progenitores se encuentran en el cuarto, quinto o sexto piso, si ha sido marcada por muchos como uno de los puntos importantes en su vida. Para el benjamín los padres son esos seres llenos de conocimientos y amor que se ven como dos viejitos buenos ( y no exactamente como Muriel  y Justo de "Coraje el perro Cobarde"), cuestión que se contrapone con el parámetro del vigor de juventud. En contra parte, para los padres el poder tener un crío, hijo, retoño, o como quieran llamarle, manifiesta una renovación moral ya que se sienten "más jóvenes" y cobran fuerzas de quien sabe donde, pero las cobran.

A pesar de la distancia, la relación que se establece entre el hijo y sus padres rompe directamente con muchos discursos que se presentan cuando los padres tienen a sus hijos más jóvenes. La vida laboral de uno o ambos, establece un ritmo de vida específico para que los hijos se vayan construyendo en si mismos como personas independientes. En la actualidad, los hijos de padres jóvenes viven con un relativo vacío de autoridad, y no lo digo como crítica, sino que, anteriormente la mamá se mantenía todo el día a la expectativa del retoño, y ahora también trabaja ( ¡ojo! tampoco estoy diciendo que la autoridad se haya perdido, sólo menciono que se establece una "sensación de"). La dinámica entonces es construirse como amigo de sus hijos volviéndose más un consejero que una figura de autoridad.

En sentido contrario, cuando los papás ya son grandes - en mi caso mi mamá me gana por 44 años y mi papá me ganaba por 53 - la presencia de ambos es común dentro de la vida familiar. A mis siete años de edad ya mi papá se encontraba jubilado y en casa, y aún cuando él se hubiera jubilado o pensionado a los 65, yo apenas tendría la edad de 12 años. Esta particularidad conlleva a que, mientras uno va creciendo, no sólo sea la mamá sino también el papá quien intervenga en la formación de uno, cuestión que - desde un punto de vista personal - luego es para "aventarse por un barranco". Cuando el hijo es chico, ve a ese padre como el héroe más importante de su vida, y uno se convierte en el escudero, ve a la madre como la mujer más dulce porque está junto con su pareja y consintiéndose uno al otro, vive lleno de amor de ambos... que bonita es la vida... ¡si como no! El problema inicia cuando la adolescencia ataca en uno...

Si nos metemos al problema intergeneracional, el asunto se torna severo. Las costumbres de nuestros padres, resulta que son las tradiciones de muchos de los abuelos de la gente con quienes interactuamos. Si de pronto se te antoja ponerte un arete, corres el riesgo de que tu mamá lo arranque de jalón porque "!eso no esta bien visto¡", el usar pantalones rotos, o el cabello largo también serán un problema brutal, porque "en sus tiempos...."; el establecer una vida sexual moderna previa al matrimonio, también generará un descontento en ellos, principalmente porque... si eres heterosexual, "¿acaso ese patán no tiene donde dormir? ¿esa mujercita no es de buena familia?" y si eres gay, mejor ni le sigo con la lista de cosas que se pueden proferir... independientemente de la cerrazón moral y religiosa de los predecesores. Este brinco intergeneracional en ambos sentidos es el más dificil de sortear.

Para los padres, el control del hijo se torna extremadamente dificil, porque sienten constantemente que han educado a un criminal en potencia, vago que le gusta la música estridente, que usa ropa desaliñada, que responde con modos que "no son de los hijos de bien"... realmente es un verdadero trance para ellos la educación del hijo. Este es un escenario peculiar....

en mi próxima entrega les mostraré la visión del enano hacia esos seres llenos de sabiduría... y ¡¡¡vaya que la historia vuelve a cambiar!!!

Comentarios

  1. ¡Vaya influencia! Y me refiero a esa que los padres-abuelos pueden dejar caer sobre el hijo. El punto que más me llamó la atención. Espero ya el próximo post para poder leer como es la relación con los hermanos, que supongo algunos fueron hermanos-padres.

    En lo personal, creo que debemos poner especial atención como nos negamos al cambio y en ocasiones no nos podemos adaptar a los giros del mundo, a las nuevas perspectivas. En este post se observa de manera más clara en la actitud de los padres, sin embargo, me pregunto si en unos años más lo que ahora para nosotros es "bueno" será "malo"; mostrando por nuestra parte esa inadaptabilidad a las nuevas circunstancias. Que valga decir, finalmente cambiarán, a pesar de nosotros.

    ¿Qué tanto estamos dispuestos a preguntarnos si lo que hacemos, creemos o pensamos es lo adecuado para el aquí y ahora? Y más aún, si descubrimos que no es adecuado ¿Estaríamos dispuestos a cambiarlo?

    Gracias por el post, ya me hizo pensar. Espero la segunda parte.

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